Las Hermanas Raluy, Kimberley y Jillian representan la perfecta unión entre herencia familiar, arte y modernidad dentro del universo circense. Herederas de una saga legendaria, mantienen vivo el espíritu del Circo Raluy Histórico, un referente cultural que ha sabido evolucionar sin perder su esencia. Su trabajo refleja el valor de la tradición y la pasión por un oficio transmitido de generación en generación, como solo puede hacerlo una auténtica empresa familiar dedicada al arte.
Una historia de familia y vocación
Nacidas en Barcelona y Girona a finales de los años noventa, Kimberley y Jillian son hijas de la artista Rosa Raluy y del también intérprete William Giribaldi. Desde niñas crecieron en un entorno donde la creatividad, la disciplina y la itinerancia formaban parte del día a día. Las caravanas, los ensayos y la vida bajo la carpa fueron su escuela, moldeando su carácter y despertando su amor por el espectáculo.
La familia Raluy es un claro ejemplo de empresa familiar artística, en la que el compromiso y el talento se heredan junto con los valores. Su historia demuestra que la profesionalidad y el vínculo afectivo pueden convivir, y que la pasión por el circo puede ser tan sólida como cualquier legado empresarial.
Primeros pasos y una apuesta valiente
El debut profesional de las hermanas se produjo el 15 de agosto de 2011, cuando aún eran adolescentes. Desde ese momento, cautivaron al público con un número tan exigente como innovador: los Juegos Icarios. Esta disciplina, tradicionalmente interpretada por dúos mixtos, fue reinventada por ellas, que decidieron alternar los papeles de portadora y volante, rompiendo así los esquemas clásicos.
Esa elección fue un manifiesto artístico y simbólico. Las Hermanas Raluy demostraron que la fuerza y la gracia no dependen del género, sino del talento, la preparación y la complicidad. Su número se ha convertido en uno de los emblemas del circo contemporáneo español, combinando técnica, estética y emoción.
Tradición viva y orgullo de herencia familiar
El Circo Histórico Raluy no solo es un espectáculo, sino una institución cultural que preserva la memoria del circo clásico. Un ejemplo de este compromiso es la recuperación del London Bar de Barcelona, emblemático local modernista vinculado a la familia, que fue durante décadas punto de encuentro de artistas y bohemios.
Esa restauración simboliza la fidelidad a una herencia familiar que trasciende lo artístico: la defensa de la historia y el patrimonio cultural. En un paralelismo inspirador, así como el notariado protege los bienes y derechos mediante la figura de la herencia, los Raluy protegen el legado emocional y artístico de su linaje, asegurando que la cultura circense siga viva para las generaciones futuras.
La contribución de la familia Raluy a la cultura catalana fue reconocida oficialmente con la Creu de Sant Jordi, una de las máximas distinciones otorgadas por la Generalitat de Catalunya. Este galardón certifica no solo su valor artístico, sino también su papel como embajadores del patrimonio cultural y popular del país.
Proyección internacional y continuidad
Además de su labor dentro del Circo Histórico Raluy, Kimberley y Jillian han actuado en escenarios internacionales de prestigio, como el Cirque d’Hiver de París, reafirmando el carácter universal de su arte. En cada función, buscan emocionar al público a través de la armonía del movimiento, la fuerza de la expresión y la conexión entre tradición y contemporaneidad.
Cada número que interpretan es una conversación entre generaciones: entre el pasado que las inspira y el futuro que ellas representan. La herencia familiar se convierte así en motor creativo, en un impulso que renueva el circo sin romper con su esencia.
Presente y futuro: el espectáculo Terra
Actualmente, las Hermanas Raluy protagonizan el nuevo espectáculo Terra, una propuesta del Circo Histórico Raluy que rinde homenaje al planeta y a los elementos naturales. Terra es un viaje sensorial donde el público descubre números de báscula, trapecio y telas aéreas inspirados en la tierra, el aire y el fuego.
Más que un espectáculo, Terra es una reflexión sobre la conexión del ser humano con la naturaleza, con la tradición y con su propia raíz. La obra combina técnica, poesía visual y música para transmitir un mensaje de respeto hacia lo esencial. En ella, Kimberley y Jillian vuelven a demostrar que la modernidad y la tradición pueden convivir, siempre que exista amor por lo que se hereda y se crea.
