Aunque normalmente el Demodex folliculorum vive sin causar molestias, su proliferación excesiva puede alterar la barrera cutánea y generar inflamación, provocando lo que se conoce como demodecidosis. Esta afección suele manifestarse en personas con sistemas inmunológicos debilitados o alteraciones en el equilibrio natural de la piel.
El ácaro puede obstruir los folículos y liberar sustancias que irritan los tejidos, generando respuestas inflamatorias. Además, puede transportar bacterias en su superficie, favoreciendo infecciones secundarias. Su implicación en patologías como la rosácea o la blefaritis ha sido confirmada por diversos estudios clínicos y dermatológicos en los últimos años.
Cómo saber si sufres de demodecidosis
Detectar la demodecidosis no siempre es sencillo, ya que sus síntomas se parecen a los de otras enfermedades de la piel. Enrojecimiento facial persistente, sensación de picor o ardor, aparición de granos o pústulas, textura áspera de la piel y descamación son signos comunes.
Si estos síntomas no mejoran con tratamientos convencionales o reaparecen tras breves mejorías, podría tratarse de una infestación por Demodex. Un dermatólogo puede realizar un diagnóstico preciso mediante el análisis microscópico de muestras de piel o pestañas, lo que permite identificar y cuantificar los ácaros presentes.
¿Quiénes son más propensos?
Ciertos grupos de personas presentan un riesgo elevado de desarrollar demodecidosis. Los adultos mayores, debido a la disminución de la inmunidad natural, son más propensos. También los pacientes inmunocomprometidos, como aquellos con enfermedades autoinmunes o en tratamiento inmunosupresor, tienen mayor susceptibilidad.
Las personas con piel grasa, antecedentes de rosácea, blefaritis o acné resistente al tratamiento también deben tener especial cuidado. Además, el uso prolongado de corticoides tópicos o maquillaje oclusivo puede alterar la barrera cutánea, facilitando la colonización excesiva del ácaro. La prevención y el diagnóstico temprano son fundamentales para controlar la afección.
Tratamientos eficaces para controlar la demodecidosis
El tratamiento de la demodecidosis combina terapia farmacológica y cuidados dermocosméticos. Las opciones tópicas incluyen permetrina, ivermectina y metronidazol, que actúan reduciendo la carga de ácaros y controlando la inflamación. En casos más severos o persistentes, se recurre a tratamientos orales como ivermectina sistémica o antibióticos como la doxiciclina.
Complementariamente, es esencial mantener una limpieza facial adecuada, evitar productos grasos o irritantes, y seguir las indicaciones médicas al pie de la letra. Una rutina de higiene ocular específica es clave cuando hay blefaritis. El éxito del tratamiento depende también de la prevención de recaídas.
La demodecidosis es una afección cutánea frecuente pero poco diagnosticada, en parte porque sus síntomas se confunden con otros problemas dermatológicos. Sin embargo, con un enfoque adecuado, es posible identificarla y tratarla eficazmente. Entender su origen, reconocer los síntomas y aplicar medidas preventivas puede mejorar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen. Ante cualquier duda o síntoma persistente, acudir a un dermatólogo es siempre la mejor opción para recibir un diagnóstico y tratamiento personalizado.